VIGILIA DE PENTECOSTÉS
Arrancar junto a la fogata apagada.
Declamar
CON LA FUERZA DEL
ESPÍRITU de F. Ulibarri
Donde menos lo imaginas,
cuando menos lo esperas,
donde todo es gris de tristeza,
cuando la pesadumbre pesa,
donde nadie imagina ni sueña,
cuando el horizonte se nubla...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En la tierra callada,
en el surco abierto,
en el bosque perdido,
en el barro del
camino,
en las montañas áridas,
en los valles secretos...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En los ojos que miran,
en las manos que aprietan,
en las palabras no dichas,
en las entrañas que gimen,
en los regazos que acunan,
en tu corazón cambiante...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
Encender la fogata y proyectar el canto Ven Espíritu.
Canto de Entrada.
Cirio Encendido.
Entrar en Procesión a la Virgen y la Biblia.
Monición Inicial.
* Vigilia viene del verbo "velar", "estar
despierto". Una vigilia es fundamentalmente una noche de vela, una noche
de oración, de espera, de preparación de un acontecimiento. La tarde-noche
tiene algo especial para la oración. Jesús mismo pasaba las noches en oración,
o se levantaba al amanecer.
* Lo fundamental de la Vigilia es escuchar la Palabra de Dios, la meditación
y la oración durante un tiempo considerable. De esta manera el pueblo cristiano
se prepara para celebrar acontecimientos de salvación. En la oración nos
abrimos para acoger la acción de Dios y para disponernos a secundar lo que Dios
nos pide.
* La vigilia de Pentecostés es culminación del tiempo pascual. Jesús resucitado
deja su Espíritu y la Iglesia naciente inicia una nueva etapa continuando la
obra emprendida por su Señor.
* Pentecostés no es una fiesta aislada. La Pascua dura cincuenta días. Pentecostés
es tiempo de plenitud, de tomar conciencia de lo que somos por la fuerza del
Espíritu. En este tiempo, María tiene también un sitio. Ella estaba allí,
reunida con los Apóstoles asistiendo al nacimiento de la
Iglesia.
Saludo Inicial – Señal de la
cruz.
Bienvenidos a esta celebración de la vigilia de Pentecostés: Que la
fuerza del Resucitado los inunde con su energía poderosa, los vigorice en sus luchas
y los consuele en sus sufrimientos. El Señor esté con ustedes.
Después recitamos todos juntos la siguiente oración:
Ven, Espíritu divino,
tu luz manda desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
AMÉN.
Introducción a la reflexión-oración del grupo
El Espíritu de Jesús no tiene un mensaje distinto que decirnos que el
de Jesús. Es quien nos recuerda lo que Jesús nos dijo, la sustancia de su
mensaje. Y eso es precisamente lo que a continuación vamos a tratar de hacer.
Que nos traiga el recuerdo de la letra del Evangelio... El Espíritu que ha sido
derramado en nuestros corazones se une a nuestro propio espíritu y nos hace
sintonizar y vibrar ante el núcleo de la llamada de Jesús. Dejemos que el
Espíritu nos enseñe todo, nos conduzca a la verdad a nosotros que queremos
caminar hacia ella; nos ayude a interpretar los signos de los tiempos.
A continuación se explica el
modo de orar que vamos a realizar:
Un joven presentará un don mediante un CARTEL y se prende una vela; se
leen los textos adecuados a cada don, y tras un momento de reflexión los
participantes, hacemos oración en torno a ese don para nosotros o para alguna
persona que sepamos que la necesita.
Conviene no ser excesivamente largo ni tedioso en la presentación de cada don (3 minutos
por c/u más o
menos).
Textos para acompañar la oración
1. SEÑOR, DANOS EL DON DE LA SABIDURÍA.
Se pone un cartel y se prende
una vela
Así con cada uno de los dones.
Este don, que Tú regalas, Señor, es el don del buen gusto en las cosas.
El saber discernir, disfrutar, agradar. La espontaneidad con Dios y la
familiaridad con los hombres. La facilidad de moverse con soltura en cualquier
ambiente. Saber gustar donde la gente se intoxica; saber disfrutar donde todo
el mundo tiene prisa por llegar a donde nunca llega y hacer lo que nunca hace.
El don de vivir y apreciar la vida. Por la sabiduría, que es un don que
se aprende con el corazón,
saboreamos y gustamos lo bueno que es el SEÑOR. Por esta sabiduría
aceptamos TODO lo que en nuestra vida pasa, viendo en todos los acontecimientos
la historia de amor que Dios va escribiendo junto a nosotros: nuestra propia
historia.
CANTO
2. DANOS, SEÑOR, EL DON DEL
ENTENDIMIENTO.
Con este don, Señor, podemos leer por dentro, estudiar a fondo, llegar
al corazón de las cosas.
Por el don del entendimiento llegamos a calar en el sentido y en el por
qué de las cosas y de nuestra propia vida, a veces tan difícil de entender.
Por este don nos hacemos capaces de sorprendernos gratamente con las
personas que nos rodean. Ellas, como son, nos son entregadas como don de Dios. Por
este don del entendimiento
podemos reconocer la mano de Dios donde otros sólo ven casualidades. Con
este don del entendimiento, en definitiva, vemos con los ojos de Dios.
Invoquemos a María para que nos ayude a ver como ella veía a Jesús. “Dios
te salve…”
3. SEÑOR, DANOS EL DON DEL CONSEJO.
Por este don Tú nos ayudas a vivir y nos ayudas a tomar las verdaderas
y más importantes decisiones que afectan a nuestra vida y a la vida de los
demás, porque la vida tiene sentido cuando se entrega. Es escuchar atento y
callado cuando alguien nos cuenta sus desánimos y sus confusiones, creando un
espacio en el que, el que habla, pueda entrar en sí mismo y encontrar la salida
más adecuada a lo que le preocupa. Este don del consejo es el que nos une unos
a otros
para buscar conjuntamente, y para animarnos en el camino que nos lleva
hacia Ti.
CANTO
4. SEÑOR, DANOS EL DON DE LA FORTALEZA.
Con este don, Tú nos das, Señor, el valor, la constancia y la
perseverancia. Porque la vida no puede vivirse a pedazos, hay que definirse,
hay que “tirarse al agua”; y para eso necesitamos la tenacidad y la fortaleza. Necesitamos
este don para hacer frente a tantas cosas que nos quieren apartar del proyecto
de Dios; y no tanto cosas fuera de nosotros, que también las hay, sino cosas
que dentro de nosotros están luchando y tratando de apartarnos de la fidelidad
al plan de Dios.
Un don para que no seamos gente que empieza y nunca sigue ni termina el
camino del bien empezado. Constancia y perseverancia para alcanzar, ayudados
por Dios,
la santidad a la que Él nos llama.
Oremos por personas y
situaciones que necesiten fortaleza.
5. SEÑOR, DANOS EL DON DE LA AUDACIA.
Derrama, Señor, entre nosotros tu Espíritu de audacia. Que nos de
fuerza y valentía para anunciar el Evangelio sin miedos, ni complejos.
El Espíritu que nos libre de la cobardía y nos transforme en testigos
arriesgados y audaces para repetir con María a todos: “hagan lo que él les diga”
CANTO
6. SEÑOR, DANOS EL DON DE PIEDAD.
El don de sentirnos hijos de Dios.
Sentir ternura, admiración y afecto hacia Dios como Padre, y sentirnos
hermanos de los demás y amarlos, porque Dios mismo nos los ha dado como
hermanos.
El don de piedad por el que sabemos vivir profundamente la amistad.
Tener amigos con los que compartir lo que somos; para poder abrir
nuestro corazón y descansar en la confianza.
Un don, sobre todo, por el que podemos llamar y sentir a Dios como
padre, y por el que nos atrevemos a llamarlo cariñosamente Papá.
Silencio…
7. SEÑOR, DANOS EL DON DEL TEMOR DE DIOS.
Un temor que no tiene nada que ver con el miedo.
Es un sentimiento profundo por el que valoramos de tal manera el don
del amor que Dios nos da,
-que es lo mismo que darse a sí mismo, porque es amorque tememos
perderlo, como tememos perder el tesoro más precioso que tengamos. Un don que
nos lleva a respetar y reverenciar a Dios,
porque sabemos que Dios es Dios, y es el que sabe lo que nos hace falta
y nos conviene.
Después se canta o escucha: "Si tu no vienes…" (de Meana)
Lectura de los Hechos de los Apóstoles (2, 1-11)
Reflexión:
"EL
ESPÍRITU SANTO ES EL CONDUCTOR DE LA UNIDAD.
El Espíritu Santo es el fundamento de la unidad de la Iglesia. Él realiza la comunión de todos los creyentes y une a todos en Cristo. Hace que la Iglesia sea una y tienda siempre a la unidad. Esta unidad no se opone a la diversidad que enriquece a la Iglesia, gracias a la variedad de dones y carismas que distribuye el mismo Espíritu.
El Espíritu Santo asegura los vínculos visibles de la comunión que garantizan que la Iglesia sea una:
* La profesión de una misma fe,
* La celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos.
* La suceción apostólica por medio del sacramento del orden.
Pero no debemos olvidar que si bien la acción del Espíritu Santo construye la unidad de la Iglesia, siempre se requiere de parte del creyente, la conversión del corazón, la oración en común y la formación ecuménica." Diócesis de Huehuetenango.
* La profesión de una misma fe,
* La celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos.
* La suceción apostólica por medio del sacramento del orden.
Pero no debemos olvidar que si bien la acción del Espíritu Santo construye la unidad de la Iglesia, siempre se requiere de parte del creyente, la conversión del corazón, la oración en común y la formación ecuménica." Diócesis de Huehuetenango.
CREDO
-CELEBRANTE: Nadie de nosotros puede decir
"creo" si no es por el Espíritu de
Jesús que está en nosotros. En esta Vigilia de Oración recordamos la
Vigilia pascual
y con la fuerza del Espíritu confesamos:
* ¿ Por la fuerza del Espíritu confiesan Creer en Dios, Padre, creador del cielo y tierra?
(Todos): Si Creo en Dios.
* ¿ Por la fuerza del Espíritu confiesan Creer en Jesucristo, Hijo de Dios, enviado desde el Padre, ungido por
el Espíritu y resucitado de la muerte?
(Todos): Si Creo en Jesucristo.
* ¿ Por la fuerza del Espíritu confiesan Creer en el Espíritu, Señor y dador de vida, fuerza que todo lo recrea?
(Todos): Si creo en el Espíritu santo, Señor y dador de vida.
ORACIÓN DE LOS FIELES
-CELEBRANTE: Esta es la fe de la Iglesia. En ella vemos la acción del
espíritu
de Dios y proclamamos ante los hombres que Dios nos quiere y que Dios
nos libera, a cada invocación respondemos: Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.
• Para que la
Iglesia sea lugar de verdad.
(Todos): Envía
tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra
• Para que los que
sufren se sientan confortados
• Para que los que
dudan sean confirmados en la verdad
• Para que los que
buscan encuentren
• Para que los
descarriados vuelvan
• Para que los que
vacilan sean orientados
• Para que los que
no ven vean
• (Espontáneas...)
DESPEDIDA
a. Padrenuestro (Celebrante):
Recitar el Padre nuestro es un signo de la presencia del Espíritu en
medio de la comunidad y en cada uno de nuestros corazones. Recuerden: "Nadie
puede decir Jesús es Señor sin la fuerza del Espíritu". Por este Espíritu
que reza en nosotros, nosotros podemos rezar: Padre nuestro...
b. Gesto de la Paz
-Mientras el Celebrante va asperjando con agua a todos, se intercambian
signos de paz y se canta
c. Oración final
Señor, tú que fecundas la creación entera con tu aliento de vida: santifica
a los que formamos tu Iglesia con el fuego que tu Hijo ha dejado prendido en la
tierra.
Concede la unidad de corazón a quienes vivimos de una misma fe, para
que al unísono podamos alabarte como la única fuente de la que manan todos los
dones.
Concédenos adentrarnos en el silencio y en la oración para recibir en
nosotros con docilidad y alegría la fuerza del Espíritu de tu Hijo, que hoy,
como un nuevo Pentecostés quiere derramarse sobre nosotros.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.
Dios Todopoderoso nos bendiga en nombre del Padre, Hijo y Espíritu
Santo. AMEN.
CANTO FINAL.
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