lunes, 6 de junio de 2011

Clausura mes Mariano

Acto Mariano
Amados hermanos y hermanas,
Buenas noches, sean bienvenidos a esta casa de oración que es el templo del Calvario.
1. Es siempre sugestivo este momento de fe y devoto homenaje a María, que concluye el mes de mayo, mes mariano. Hemos rezado el santo rosario Y hoy aquí, ante la imagen de la Virgen, depositaremos en sus manos nuestras intenciones simbolizados en flores que traemos hoy como ofrenda. Por lo que pedimos a los que traigan flores puedan pasar a ofrendarlas! (Procesión de flores)
2. "Magnificat", cantaremos también nosotros esta tarde, con el alma rebosante de gratitud a Dios. Le damos gracias porque durante este mes de mayo nos ha permitido experimentar con especial intensidad la presencia de la Madre del Redentor, presencia asidua y orante, como en la primera comunidad de Jerusalén. Ojalá que toda alma cristiana haga suyo ese canto de alabanza por el gran misterio del amor de Dios, que, en Cristo, "ha visitado y redimido a su pueblo" (Lc 1, 68).
(Canto Magnificat)


3- “Como lo había prometido”
Compartamos en este momento, que promesas de Dios descubrimos en nuestra vida, ya concluidas y por cumplir:

Relato: ¿dónde están las manos de Dios?

Cuando observó el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados, cuando la tierra está quebrada y abonada, me pregunto: ¿dónde están las manos de Dios?
cuando observó la injusticia, la corrupción, el que explota el débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante del pobre, del obrero del campesino carentes de recursos para defender sus derechos, le preguntó: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando contempló a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor pues dijo que la ha abandonado, me preguntó: ¿dónde están las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía lleno de dolor; cuando observó su pareja y a sus hijos deseando no verlos sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un gritó de súplica de paz, me preguntó: ¿dónde están las manos de Dios?
Cuando miro ese joven antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol, cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia vigilante y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto: ¿donde están las manos de Dios?
Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasía, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, buscando sobrevivir se pinta la boca se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo, me preguntó: ¿dónde están las manos de Dios?
Cuando que el pequeño no ofrece a las tres de la madrugada su periódico, su miserable casita de dulce sin vender, cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán gritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito, cuando su mirada me reclama una caricias, cuando lo veo vagar sin esperanzas con la única compañía de un perro callejero, me preguntó: ¿dónde están las manos de Dios?
Y me enfrentó a él y le preguntó: ¿dónde están tus manos, señor para luchar por la quicio, para dar una caricias, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las droga, dar amor y ternura los olvidados? "No te das cuenta de que tuve manos. Atreve que usarlas para lo que fueron hechas, para dar amor y alcanzar estrellas".
Y comprendí que las manos de Dios soy yo, el que tiene la voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un mundo más humano y justo, cuyos ideales sean tan altos que no pueda dejar de acudir a la llamada del destino, que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia, se rete asimismo para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me de cuenta de que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor que me diste y que no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la grandeza de la creación.
El mundo necesita esas manos, llenas de ideales y de estrellas, cuya amalgama sea contribuir día a día a forjar una civilización; que busquen valores superiores, comparta generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al final llegar vacías porque entregaron todo el amor, para lo cual fueron creadas, y os seguramente dirá: "esas son mis manos".

4. DRAMATIZACION
Y que al volver a nuestros hogares, llevemos la alegría de este encuentro y mantengamos fija la mirada de nuestro corazón en Jesús, con la esperanza de estar un día con él, unidos en la misma gloria. Que María nos acompañe con solicitud materna en nuestro camino.
Este es nuestro deseo al final del mes mariano y en esta víspera de la Ascensión de Jesús, que nos invita a dirigir nuestra mirada al cielo, donde él nos espera, sentado a la diestra del Padre.