viernes, 24 de febrero de 2012

XIII Jornada de Solidaridad Cuaresma 2012

IGLESIA HUEHUETECA ERES:
CONVOCADA A SER ABOGADA DE LA JUSTICIA Y DEFENSORA DE LOS POBRES


Por Mons. Rodolfo Francisco Bobadilla Mata

En esta cuaresma realizaremos nuestra Jornada de Solidaridad y nuestra reflexión la centramos en uno de los anuncios del Papa Benedicto XVI nos hiciera al inaugurar la quinta conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida, Brasil: somos la Iglesia de Jesucristo convocada para ser abogada de la justicia y defensora de los pobres; anuncio que se convierte en una exigencia pastoral para atender las muchas necesidades que marcan nuestra historia actual, y a la vez es una profunda dimensión para vivir con fidelidad nuestro seguimiento a Jesucristo que en esta cuaresma debe ser fortalecido.

1.Iluminación desde la Palabra: Lucas 10, 25-37 El buen Samaritano.
Esta parábola muy conocida por nosotros presenta a un maestro de la ley que al preguntar quién es su prójimo, quizá esperaba que Jesús le marcara los limites exactos de su deber para con los demás, que le dijera a quienes tenía que amar.
Jesús no da una respuesta indicando a quienes tiene que amar, sino que con el relato le hace comprender que todo aquel que tiene necesidad, es a quien hay que atender, al que hay que amar; pues el amor el que inspira a atender al otro y solo desde el amor se tendrá el coraje para arriesgar la propia seguridad, para interrumpir su viaje, para interrumpir el quehacer programado. Solo el amor nos lleva a atender, a hacer el bien sin estar haciendo cálculos, sin estar poniendo condiciones ventajosas, sin esperar algún pago a cambio; sin estar viendo si lo merece o no, si es de los nuestros o no.
El relato que brota de una pregunta finaliza con otra pregunta: según tu parecer quién se portó como prójimo; la conclusión es clara, sencilla y determinadamente: El que tuvo compasión. Con esta respuesta queda claro que prójimo es todo aquel necesitado, como el desconocido que había caído en manos de los bandido, y de igual manera queda claro que aquellos indiferentes que pasaron de largo o se fueron por otro camino, por muy religiosos que sean, NO aman a Dios, pues no son capaces de amar a quien tiene enfrente.
Jesús el Maestro, a quien se le pregunto que es necesario hacer para alcanzar la vida eterna, concluye con un mandato que impulsa a conquistarla: ANDA Y HAZ TÚ LO MISMO. Si queremos tener vida, el camino es el amor a todos, sin excluir a nadie y con una atención preferencial por el más necesitado.

2. Haciendo Vida La Palabra: Anda y Has Tú Lo Mismo.
Nuestros Obispos nos animan con las conclusiones de la quinta conferencia del episcopado latinoamericano a hacer de nuestra experiencia de Iglesia, una experiencia de total identificación con Jesucristo, una experiencia de familia, de cercanía con los otros que permita compartir sus alegrías y sus angustias; para ello, La Palabra que hemos escuchado y reflexionado es una fuente de luz y gracia que nos impulsa a ser constructores del Reino de Dios teniendo el mandamiento del amor como ley suprema.
El tener compasión del que sufre, atender al necesitado, tener caridad para con los otros, es un buen comienzo pero movidos por el amor tenemos que asumir la responsabilidad de hacer que “el camino de Jerusalén a Jericó” n sea peligroso. El ambiente en que vivimos tiene muchos peligros que hacen que muchos sean lastimados en su dignidad, que no se respete la vida, que sean víctimas de injusticias, que sean excluidos de los beneficios del desarrollo, etc. En este ambiente, vivir el amor al prójimo, adquiere una dimensión más exigente; pues hay que trabajar, hay que comprometerse para superar toda situación que haga sufrir al otro, y con el coraje del amor emprender acciones que favorezcan el bienestar de todos y así construir el Reino de Dios donde se facilite la vivencia auténtica del amor al prójimo.
El tener amor al prójimo, nos hace reconocer que lo importante para Dios es la persona, y su bienestar está por encima de prácticas religiosas, prácticas que en muchas ocasiones no nos permiten reconocer al Dios amigo de la vida y comprometido con los que sufren o descubrir lo que nuestra fe proclama que “Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre”. Por eso la opción preferencial por los pobres nos invita a reconocer que Dios se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos en su pobreza.
La opción preferencial por los pobres, nos llama como mujeres y hombres de fe, discípulos y misioneros de Jesucristo, a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos interpelan el núcleo de obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. El tener presente esta opción exige, ser cristianos y cristianos amigos de la vida, preocupados de todas aquellas situaciones injustas que no permiten a la persona y personas tener una vida digna, asumir un autentico compromiso y ser un ciudadano del Reino de Dios en la realidad histórica que nos toca vivir; ser una Iglesia más humana, fraterna cercana al pueblo, una Iglesia misionera, que salga de todo acomodamiento, tibieza e indiferencia con los pobres, excluidos y con los que sufren, y renovar nuestra acción pastoral para dar respuestas concretas a las realidades temporales.
De nuestra fe en Jesucristo, brota también la solidaridad, entendida según Juan Pablo II como” la decisión firme y perseverante por el bien común, que nos hace responsables del bienestar de la persona y de las personas”. La solidaridad debe generar una actitud de encuentro, hermandad y servicio, que ha de concretarse en opciones y gestos visibles, principalmente en la defensa de la vida y de los derechos de los débiles y excluidos. En este contexto el Papa Benedicto XVI nos recuerda que como Iglesia estamos convocados a ser una Iglesia “abogada de la justicia y defensora de los pobres” ante “intolerables desigualdades sociales y económicas”, que “claman al cielo”.
Hoy, debemos reconocer que como cristianas, cristianos e Iglesia, estamos convocados, a ser sacramentos de amor, solidaridad y justicia entre los pueblos, ser buenas y buenos samaritanos, amigos, compañeros y amar sin condiciones.

3. Camino De La Solidaridad
Que la realización de la Jornada cuaresmal de Solidaridad sea una experiencia que nos permita:
• Reflexionar y renovar nuestra opción por Jesucristo: Buscando los mejores medios para realizar un encuentro personas y muy cercano con Jesucristo que nos haga descubrir que debemos ser constructores del Reino en la historia de nuestros pueblos.
• Reflexionar sobre nuestra experiencia de ser Iglesia y revitalizar los espacios que nos permitan compartir más de cerca la vida, de tal modo que no seamos extraños sino hermanos que unidos en el amor encuentran vida alrededor de Jesucristo.
• Fortalecer nuestra condición de discípulos misioneros impulsando una pastoral más humana y cercana a la persona y al pueblo, trabajando por la justicia y atendiendo de manera preferencial a los más pobres.
• Fortalecer nuestra identidad como Iglesia diocesana huehueteca, aportando económicamente desde nuestra pobreza o abundancia en esta jornada cuaresmal y de esa manera colaborar en el cumplimiento de la misión que el Señor nos ha encomendando.

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